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domingo, 2 de junio de 2013

De fierro

Vuelvo a mi anecdotario, me remito a un recuerdo que tengo hace 9 años.
Corría el año 2004, en medio de un partido de fútbol con los chicos de las inferiores de Berazategui, estabamos perdiendo contra Argentino de Quilmes por 1 a 0 al termino del primer tiempo.
Marquitos, el 9 del equipo se lesiona ni bien arrancado el segundo tiempo, viste que cuando uno es pibe, unos golpes fuertes son más sustos que gravedades... Este era uno de estos casos, yo estaba en el banco y me meten a mi a jugar de 9 por Marquitos, que se fue llorando al vestuario. Primera pelota que toco se me escapa y le pego una patada sin querer al que vino a marcarme, tarjeta amarilla para mi. Era la oportunidad que tenía para ser titular con los chicos y ya empezaba a mandarme mocos, imprudencias producto del nerviosismo del momento.
Tenia que cuidarme más en la cancha, tenía que hacer las cosas mejor, pero los nervios me jugaron otra mala pasada. Otra falta a un jugador del equipo contrario, no me amonestaron pero me advirtieron, todo el miedo y los nervios del mundo atentaban contra mi, no lo podía manejar.
Hasta que mi amigo y capitán del equipo, Damián García (QEPD), me dijo esto: -"Vamos a perder si vos no te calmás, quiero que juegues con nosotros desde todos los partidos a partir de este, hoy vos nos haces ganadores".
Dami me abrió el panorama, me calme, empecé a hacer el laburo que tenía que hacer, el del 9 para el equipo, bancar las pelotas, dar posibilidad de descarga, ayudar al equipo.
Mi calma total llegaba cuando puedo hacer un gol, un centro desde la izquierda, me la baja Damián y solo tenía que empujarla, 1 a 1 faltando 5 minutos para la finalización de partido. Llegando a mitad de cancha Dami me dice: -"ahora es tu momento para terminar con esto". No necesitaba más.
El partido estaba demasiado trabado, muchas faltas, interrupciones, no existía la mitad de la cancha, era pelotazo por acá, pelotazo por allá, era feísimo.
A falta de 1 minuto de partido, dan 4 minutos más de juego, una eternidad, estábamos todos muertos, cansados pero seguíamos remándola para sacar el resultado adelante. De un tiro de esquina me llega la pelota a mi, pero en vez de mandarla al arco de cabeza, se la paso a Damián que estaba en el área, cumpliendo la ley en la que dos cabezazos en el área siempre es gol. El abrazo de gol más largo del mundo, el de dos amigos que se dieron confianza mutua en un momento crucial.
Ganamos 2 a 1, fui la figura del equipo, los chicos me felicitaron pero siempre dije que si no fuera por Damián, no hubiese hecho mi trabajo.
Ese equipo en el que yo participe, salió campeón una fecha antes, fui titular todas las fechas y el goleador del equipo y la figura, gracias a mis amigos del equipo y en especial a Damián, que nunca dejó de creer en mi.
¿Adonde quiero llegar con esto? Quiero remarcar la importancia de los buenos amigos, de esos que siempre van a confiar en vos y acompañarte siempre.
Tambien es un recuerdo sentido a la memoria de Damián, fallecido hace 5 años a los 16 años de edad por mano propia, donde quiera que estes Dami, te dedico este homenaje y muchas gracias por todo.

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