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miércoles, 5 de junio de 2013

Un simple gesto

Una mañana cualquiera de un día como cualquier otro, ubicado en Enero, me disponía a salir a caminar para aclarar panoramas sobre que quiero hacer de mi vida... bueno, es una escusa para salir a disfrutar el aire fresco de las mañanas cálidas de ese verano. Uno nunca piensa que cosas pueden llegar a pasar todos los días, todo viene por sorpresa, es lo divertido de vivir.
Me remito a lo que paso sin mas rodeos ni vueltas, mientras caminaba por la plaza San Martín veo a una nena sentada en un banco. La nena lloraba, quería saber que pasaba con ella, que era lo que tenía, ella solo lloraba y no me respondía. Tuve que esperar a que venga su hermanito con un charango para que ella se tranquilice, lo vio y se calmó, "hacia 3 horas que no volvía" me dijo la niña.
Quería ver que hacia ese nene con el charango, le di 20 pesos para que toque para mi, empezó a hacer una versión de "De Ushuaia a la Quiaca" que me estremeció, un sonido perfecto que provenía de un nene de no mas de 10 años de edad, quedé maravillado con esa melodía, la sentía real, natural, viva, me enamoré de la representación del purrete. Le pregunté hace cuanto que tocaba el charango, "desde que nuestros papas se murieron, hace 6 años, me refugié en la música".
Manuel, el nene en cuestión, iba con su hermanita llamada Rita a todos lados, vivían en un orfanato no muy lejos de la plaza en donde había tocado para mi. Fui y los acompañé hasta donde vivían, me dieron un abrazo y me preguntaron cuando podía volver a verlos y estar con ellos, les dije que "mañana vuelvo y toco con ustedes", les dí un beso en la frente a los dos y me fui a mi casa, teniendo en mente la promesa que les hice.
Al otro día, a la siesta, voy hacia el orfanato con mi guitarra, para cumplir el deseo de los chicos. Ingreso al establecimiento y los veo a los dos ahí, sentados, Manuel con su charango y Rita con su pandereta, improvisando un poco. Cuando me ven se levantan y me abrazan, fue una caricia al alma, un abrazo sentido, me alegraron mucho con ese simple gesto. Estuvimos tocando hasta la noche, me quedé a comer con ellos y después me despedí, no sin antes decirles que el Domingo los iba a llevar a caminar al campo y tocar al aire libre, ellos se quedaron encantados.
Aquel domingo fue triste para mi, los fui a buscar para llevarlos a caminar pero la encargada del lugar me dijo que los chicos habían sido adoptados por una familia de Ramos Mejía, me habían dejado una carta de despedida que decía así:
"Tomás:
Sentimos mucho no poder quedarnos más tiempo, una pareja de corazón noble como el tuyo nos adoptó, nos prometió un mundo en el que nadie podría lastimarnos, que íbamos a estar protegidos de todo mal, que nos cuidarían bien y no nos haría faltar nada. Volvemos a tener una familia después de tanto tiempo y tenemos una felicidad enorme.
Lo triste de todo es que nos separaron de vos, que fuiste el único que nos cuido sin importarnos nada y nos apoyó en lo que amamos, estamos felices de haberte conocido y esperamos volver a verte, te queremos mucho Tomi, nunca pero nunca nos olvides
Manu y Rita"
Lloré mucho con esa carta pero me sentí muy bien y feliz, pude hacer algo por dos personitas que estaban a la vera de la vida antes de que pudieran salvarse, me llenó el alma.
Pasaron 10 años desde esa semana, yo estaba disfrutando de mis vacaciones después de un año jodido como profesor de música en un colegio secundario, me casé y tuve un hermoso varón. Mi cuñado me invitó a un festival de música joven, cosa que amo en el alma, no podía negarme. Voy con mi nene y mi cuñado hasta donde estaban tocando y entonces veo a un pibe que me parecía muy familiar tocando la guitarra, estaba tocando "De Ushuaia a la Quiaca" y me maravilló su forma de tocar.
Termina de tocar y me mira, se pone a llorar en el escenario, era Manuel, nunca me olvidó. Salto el escenario y corrió a abrazarme: "gracias por todo Tomás, gracias a vos, puedo realizar mi sueño". Al viejo choto se le piantó un lagrimón, creo que cuando hacés algo bien, la vida te lo recompensa de alguna manera y que nunca se olviden de uno debe ser una bendición.

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